Acabo de completar 66 años siendo 46 de ellos como diseñador, desde el dia 13 de enero de 1973 cuando yo fui contratado por el Centro Tecnológico de mi estado, Minas Geraes, como designer, así mismo, con la grafía inglesa ya que en Brasil no tenemos la palabra para definir nuestra actividad, una ventaja de Uds, espanofónicos. En ésas más de cuatro décadas tuve la posibilidad de trabajar en casi todos los campos del diseño. Creo que por esa razón me invitaron a este evento, ya que para mi diseño es una cosa mucho más amplia que una simple profesión. Veo el Diseño como un modo de solucionar problemas bajo una mirada amplia, generosa, holística, sensible, creativa e innovadora. Desde ese punto de vista el territorio del diseño es cualquier espacio de actuación que nos permita intervenir para mejorar la vida de las personas. Mejorar la vida significa simplificar las cosas, hacer que los objetos, mensajes o espacios sean más placenteros, más seguros, más bonitos, más compasivos.
Pero ampliando esa mirada pienso que un territorio puede ser una metáfora para definir un espacio de convivencia, de intimidad y de pertenencia. Mi territorio es donde me siento en casa, incluso lejos de ella. Es donde me siento acogido, consentido, protegido, reconocido. Son como una colcha de retazos, constituida de los muchos lugares en los que he vivido. Territorio es un espacio mental más que físico, hecho de memorias, de emociones, de recuerdos de momentos de personas y de amores.
Para las personas comunes esa palabra es una abstracción mental conformada por símbolos, colores, banderas, escudos. Son referencias visuales usadas como demostración de su amor a la patria. El territorio mexicano es para muchos apenas la imagen de un mapa sin que tengan idea de la amplitud de su diversidad natural y cultural.
Para ellos territorio es un espacio físico, donde sus fronteras geopolíticas fueron definidas por acuerdos y tratadas, logradas por la fuerza o por la negociación política y económica. Esas fronteras representan un límite de su vida ciudadana, donde del otro lado son foráneos, extranjeros, ciudadanos de segunda clase, turistas, trabajadores temporales, inmigrantes o exilados.
Durante casi toda la historia de la humanidad el poder significaba poseer la tierra. Los Reyes, los señores feudales, los terratenientes, mas tierras logaran tener más poder, pues de la tierra todo se extraían. A través de la fauna y de la flora sacaban su comida, la agua y los minerales. Esas fronteras, definidas en principio por accidentes geográficos como una cordillera, un rio, una laguna, con el paso del tiempo fueron cambiando y cediendo espacio para los más fuertes y más poderosos a través de disputas territoriales, de guerras o de acuerdos comerciales.
Solo a partir de la mitad del siglo 18, con la primera revolución industrial el poder pasó a ser compartido con aquellos que detenían los medios de producción, transformando los insumos de la tierra en bienes y productos. El dominio de esos procesos permitió la reproducción masiva de máquinas, vehículos y armas. En consecuéncia el poder para aquellos que las detenían.
Poder esse que en manos de los señores de la guerra cambiaran las fronteras de una buena parte del planeta. El precio de esa sed de dominio territorial fue la muerte de decenas de millones de jóvenes se peleando por un territorio que no era el suyo, siempre con la excusa de estar peleando en nombre de la libertad o para tumbar un régimen dictatorial.
Con la tercera revolución industrial, iniciada a mitad del siglo pasado, el poder pasó para las manos de aquellos que detienen la información, que sistematizada se transforma en conocimiento. Lo importante, hoy por hoy, no es nada más detener la tierra o los medios de producción industrial. Lo más importante es controlar la información pues con ella se domina el cerebro de los seres humanos.
Todo proceso de toma de decisión, en cualquier esfera de la vida humana, depende del conocimiento que por su vez depende de la experiencia y de la calidad de la información, que a su vez es fruto del análisis de datos actuales y confiables sobre un determinando sujeto. Así inteligencia puede ser entendida como la utilización del conocimiento disponible para solucionar un problema. Sin embargo, tenemos en cada uno de nosotros un conjunto de inteligencias mas o menos desarrolladas, transmitidas por herencia genética o por algún regalo divino. Investigadores y científicos las clasificaron como ocho: 1. la inteligencia kinestésica (dominio del cuerpo), 2. la inteligencia naturalista (relación con el medio ambiente); 3 Inteligencia musical; 4 inteligencia lógico matemática (pensamiento abstracto); 5 inteligencia espacial y artística (visualizar lo invisible); 6 Inteligencia verbal (capacidad de comunicación). 7. Inteligencia personal (dominio de las emociones) y 8 Inteligencia interpersonal (capacidad de interacción humana). Yo agregaría una novena inteligencia. La inteligencia del diseño (capacidad de crear futuros)
Y esa inteligencia del diseño empieza con la capacidad de preguntar y definir el sujeto final de nuestra acción. Para quién y por qué proyectar?
En los 10 años que fungí como director del Laboratorio Brasilero de Diseño – LBDI, tuvimos más de una centena de clientes. Siempre preguntaba antes de hacer el presupuesto del proyecto, para quién íbamos a proyectar. Necesitaba tener una clara definición del perfil de los consumidores o clientes de la empresa. Para mi sorpresa la mayoría de esos empresarios desconocían quiénes eran sus clientes. Por eso, en la mayoría de los casos, empezábamos por una investigación de demanda respondiendo a las siguientes preguntas: ¿Qué buscan? ¿Qué necesitan? ¿Qué les hace falta? Sin esas respuestas estarían trabajando para satisfacer a nosotros mismos.
Tenemos que tener en claro que futuro deseamos para nosotros y nuestros hijos. Vivimos en un planeta de recursos finitos. Somos cada vez más numerosos y con mayores necesidades de alimentos, de agua y de aire. La frontera de la tierra es el espacio, que todavía no es una opción de ocupación territorial. Stefano Marzano, director de desarrollo de productos de Phillips dice: “diseñar es un acto político. Pues cada vez que diseñamos algo estamos haciendo una afirmación sobre el futuro que deseamos”
El segundo territorio del diseño es la enseñanza del diseño, que creo pocas veces fue diseñada como debería. En los últimos 30 años visité escuelas de diseño en los cinco continentes. Para mi sorpresa la mayoría sigue enseñado diseño como si estuviésemos en los años setenta, con los postulados de la buena forma, sin una preocupación con el impacto ambiental, consecuencia de un consumo desenfrenado y sin consecuencias. Los diseñadores proyectan para otros diseñadores en una búsqueda quimérica y narcisista de pasar a la posteridad como autores de objetos icónicos o de culto.
A partir de éstas observaciones y reflexiones busqué discutir y proponer métodos de enseñanza del diseño alternativos, adaptados a cada contexto, revolucionarios en algunos casos, entre ellos la idea que diseño es una sola cosa y que las especialidades son puramente fruto del repertorio y el dominio de procesos de producción ya que el modo de proyectar es siempre el mismo. Enseñábamos diseño y cada alumno buscaba su propia especialidad al término del curso.
Para componer el grupo de maestros en estas escuelas en donde invitaba a profesores de muchos países, cada uno con una mirada distinta pero todos en una sola dirección. Descubrí que los buenos maestros no son transmisores de conocimiento (sobre todo después de la aparición de google son sobre todo instigadores, inspiradores, provocadores, decodificadores de repertorios e indicadores de caminos. Tuve la suerte de invitar a Brasil a algunos de esos maestros excepcionales, entre ellos a los mexicanos: Alberto Rossa, Carlos Alvarado, Fabricio Vanden Broeck, Federico Hess, Jorge Gomes Abrans, Luis Rodrigues Morales, Oscar Hagerman y Pedro Martinez, que se transformaron en amigos del corazón.
Con ellos construimos un modo de enseñanza basado en 3 grupos de disciplinas. Comprensión de fenómenos, dominio de lenguaje y aplicaciones en la realidad. Desde la primera semana tenían que desarrollar proyectos, en grados crecientes de complejidad, insertando en cada uno de ellos los conocimientos y habilidades adquiridas. El primer día de clase era sobre ética, estableciendo las reglas del juego.
Desarrollamos un sistema de evaluación compartida, basada en criterios lingüísticos comprensibles y no nada más en evaluaciones abstractas. Para cada tarea o proyecto definíamos juntos cuáles lograrán responder satisfactoriamente el problema. Para eso atribuimos la nota cero, que significa la ausencia de valor, porque no hay ventaja en solamente cumplir lo que fue demandado. El diseñador tiene el deber de sorprender, proponer algo nuevo, salir de la zona de confort, de la zona del medio que es el territorio de la mediocridad. Como el cero tiene connotación negativa todos querían sacar el más uno, haciendo en cada nueva tarea un nuevo desafío de superación. De ese modo es crescimento del grupo era exponencial.
Como conclusión del curso, los alumnos deberían hacer dos proyectos de tesis. Uno en la especialidad que escogieran (moda, textil, producto, grafico, digital, interiores, etc.) para probar su capacidad y un segundo proyecto de sí mismo, de su inserción en el mercado de trabajo, traducida en un portafolio, una presentación personal, su estrategia de promoción, su visión de futuro, sus valores y sus retos. Nuestro desafío siempre fue preparar no solamente buenos diseñadores, mas sobretodo ciudadanos conscientes de su responsabilidad social, cultural e ambiental.
Eso nos remite a una otra visón de territorio como un espacio socio cultural, con sus propios códigos de conducta, sus reglas, su repertorio lingüístico y visual. Espacios ocupados por colectivos singulares que poseen sus necesidades específicas, sus deseos y aspiraciones. Penetrar em eses territórios exige una mirada sensível capaz de identificar esas diferencias, respectando su identidad.
En cada uno de esos territorios urbanos coexisten distintas tribus urbanasque consomen productos y servicios especificos e coerentes con su identidad de grupo. Para todos ellos existem demandas y ofertas corespondentes sea ropa, comida, habitos de consumos o praticas sociales.
El territorio, como espacio mental, es constituido de nuestras memorias afectivas e emocionales, que por su vez definen nuestra identidad , también única y singular. Nuestras memorias de infancia y juventud diseñan un individuo único, com um repertorio de imagenes, sonidos, sabores y saberes que constituen su verdadero e inalienable patrimonio. Es ese patrimonio que nos permite hacer y proyectar cosas nuevas, singulares, exclusivas, dotadas de historia, de recuerdos, de sueños y deseos.
Además del repertorio constituido de las memórias de nuestra niñez, son las experiencas adquiridas durante el paso de la vida que amplifican nuestro territorio emocional y consecuentemenet nuetro repertorio. Mas amplio es ese repertorio mayor será nuestra capacidad de hacer cosas novedosas. Si pudiera dar un consejo a un joven diseñador seria: viaje lo más que pueda, pues es solamente delante de la alteridad que formamos nuestra propia y singular identidad.
Un territorio del punto de vista fisico-cultural es determinado por la intervenciones que el hombre hace sobre um determinado espacio, creando para ello una caracteristica especifica que los distingue de los demás. Com eso logro decir que la palabra territorio puede ser aplicada en muchos contextos distintos y con significados diversos.
Sin embargo, en esse momento y en esse congreso, la palavra territorio me parece mas relacionada con los campos de actuación de um diseñador, demonstrando que las fronteras clasicas del diseño ya no exiten más. A cada dia aparecen nuevas especialidades, siendo las más recientes el fooddesign y el diseño de ceras. No tengo nada em contra, al contrario, esa diversidad demostra que el diseño puede ser placticado en cualquier contexto. Una de mis ultimas experiencias como diseãndor tuve cuando fue nombrado coordinador de recursos humanos del CNPq, que correspondie ao CONACYT en Brasil. Utilizando el modo de actuar del diseño logramos um cambio profundo en el comportamiento de casi dos mil funcionarios de alto nivel educacional, proponiendo acciones convergentes con sus necesidades y aspiraciones, tan solo por que decidimos escuchar las personas antes de actuar.
Estamos entrando en la cuarta revolución, el mundo 4.0, y para eso debemos cambier nuestro modo de pensar las cosas. Las personas ya no más desean poseer las cosas. Desean mucho más vivir experiencias. Son procesos disruptivos aquellos capazes de mudar comportamientos. Muchos de nosotros ya no desean la impesoalidad de los hoteles, prefieren se hospedar en una casa con historia presente en decoración y sus objectos portadores de historias personales. Deseamos no solamente comer fuera de casa mas compartir la mesa con otras personas pues eso es parte de la aventura humana.
En eso “nuevo” mundo real, los diseñadores no son mas parte de un equipo, cada uno con sus atribuciones y tareas específicas. En la mayoría de los casos somos personas multi-tareas, dueños de nuestro propio negocio, creativos y emprendedores al mismo tiempo. Somos consultores y consejeros de nuestros clientes. Eso exige una nueva mirada hacia nosotros mismos y de nuestro papel en esa nueva economía.
Más amplio es el repertorio de un diseñador más elementos tendrá para crear algo nuevo. Por eso es necesario diversificar nuestra atención, diversificando nuestros intereses sin prejuicios. Visitar lugares diferentes, platicar con personas de culturas y vivencias diversas, experimentar cosas nuevas.
Pero sobretodo no olvidar su pasado. Haciendo una metáfora con una resortera cuanto mas hacia tras tiramos la goma más lejos botamos la piedra. Para mirar el futuro debemos mirar nuestro pasado. Nuestra herencia cultural es nuestro mayor patrimonio. Me asombro cuando descubro un diseñador mexicano que no conoce el Museo de Arte popular en la Ciudad de México y el Museo Nacional de Antropología. Visitar eses dos museos debería ser obligatorio en todos los cursos de diseño.
Nuestro modo de pensar y actuar, exitoso en la mayoría de las veces, despertó el interés de los demás especialistas que trabajan para el desarrollo de nuevos productos y servicios. Venden nuestro pensamiento como una nueva panacea, olvidando que por detrás de ese método esta nuestro talento y capacidad de proponer no solamente una buena respuesta, mas algo que sorprenda, encante y además sea bello y placentero.
El territorio para el diseño es aún el mercado. De un modo simplificado podemos decir que el mercado mundial está cada vez más polarizado. De un lado los productos mundiales de bajo costo y de otro los productos exclusivos y singulares de costo más elevado. En Latinoamérica es impensable competir en precio con los países asiáticos en especial de China e india. La opción es hacer algo distinto, con identidad, de haga latir nuestro corazón. Em eso muchos estan logrando hacerlo.
En Oaxaca el maestro artesano Jacobo y su esposa Maria Angeles son un prueba que la calidad artesanal tiene un espacio noble y garantizado en el mercado de bienes simbólicos. Sus esculturas de madera policromadas estan en el Vaticano. Lo mismo para Juan Quezada representante icónico de los alfareros de Mata Ortiz. Las piezas de cerámica de esa zona son de una belleza extraordinaria, sin paralelo en el mundo. Cristina Pineda y Ricardo Covalin fueron los primeros diseñadores mexicanos que lograran un tremendo éxito comercial valorando las singularidades de su país, rescatando elementos del folclore y de artesanía en nuevas prendas de lujo. Tuvieron, al principio, que abrir su propia tienda para vender sus bufandas pues los grandes almacenes los rechazaban. Hoy son como embajadores de la cultura Mexicana en muchos países. Uno ejemplo más de diseñadores comprometidos con su cultura es Amparo Serano, direccionado su talento creativo para los niños. Con su Virgencita Distroller desarrollo una marca que tiene hoy 80 tiendas en México y en Chile, Colombia, Peru, Estados Unidos y España. El año pasado sus productos empezaran a ser vendido en El Corte Inglés de Madrid, Valencia, Sevilla, Bilbao, Barcelona y Palma de Mallorca. Es parte de la idiosincrasia mexicana la broma, el espirito burlesco, divertido, jocoso. Paseando por la Condesa descubrí, hace algunos años, una pequeña tienda que vendía unos dulces empacados en divertidas cajas de lata. Bajo el chistoso nombre de “Remedios Mágicos” Guadalupe Gómes es hoy una empresaria de éxito.
En esa nueva generación de diseñadores involucrados con la producción artesanal destaco el Colectivo 1050°.Son diseñadores ceramistas que hayan su inspiración en la herencia prehispánica mexicana, o diseñadores cuya trayectoria les confiere un sitial importante en la moda mexicana contemporánea como Carla Fernández, incluso los productos del hogar se humaniza en esta expedición artística con los diseños de Emiliano Godoy, Carlos Alvarado, David Pompa, entre tantos otros
El diseño es parte de un conjunto de actividades donde las ideas se transforman en bienes y servicios culturales, cuyo valor está determinado por su contenido de propiedad intelectual. Ese grupo de actividades está siendo denominado de Economia Creativa o Economia Naranja según una publicación del BID u uno de sus autores es hoy presidente de Colombia.
Esa importancia aportada a Economia Creativa llevo la UNESCO a crear la Red Mundial de Ciudades Creativas, donde participan en la actualidad 180 ciudades de 72 países. Según la Unesco las ciudades pueden solicitar su inserción en esa red colaborativa caso se destaquen el la promoción de las siguientes actividades: Artes digitales, Artesanía, Cine, Diseño, Gastronomía, Literatura y Música.
En la búsqueda de identificar las matrices culturales de las regiones que tuve de trabajar junto con los artesanos descubrí la necesidad de pensar el territorio antes de cualquier intervención de diseño. Asi nascieron los talleres de diseño territorial como desafío de identificar y proponer futuros posibles y probables para promover el desarrollo sostenible, de una ciudad o región, a partir de las vocaciones, potencialidades locales y deseos de sus habitantes.
En resultado es casi siempre sensibilizar los actores a formaren un colectivo con el objetivo de proponer un proyecto de largo plazo y el deseo de compartir experiencias participando de la Red de la UNESCO.
Esa matriz cultural es la base para la creación de productos y servicio con identidad regional, coherentes con los deseos y aspiraciones de sus habitantes. Esa investigación empieza por una aproximación con la población local donde, a través de una encuesta sensible y atenta, es posible separar el original del banal, el singular del ordinario. El resultado es un conjunto de referéncias para todos los creadores compromisados com sua cultura de origen.
Fué precisamente a traves de um taller de diseño territorial que logramos convencer los actores locales de tres ciudades, Florianopolis y João Pessoa em Brasil y Ensenada em México, sobre la importancia de entrar para la Red Mundial de ciudades creativas de la UNESCO. Pertenecer a esa Red es más que ganar un sello de destino turístico cualificado, capaz de atraer y mantener capital financiero y humando de calidad. Es sobretodo la oportunidad para conocer y compartir mejores prácticas, desarrollar proyectos cooperativos; promover el intercambio y cooperación técnica con otras ciudades de la Red.
Em esas ciudades hemos propuesto la creación de los Laboratorios de Innovación Cultural como el espacio de reflexión, proposición y desarrollo de proyectos innovadores y transversales de la Economia Creativa. Em eses Laboratorio trabajamos bajo el concepto de “diseño social” donde la autoría de los proyectos desaparece pues son resultados de un esfuerzo colectivo para un bien común. Diseñadores invitados y seleccionados de muchos lugares pasan un tiempo juntos, en un proceso de mutuo aprendizaje. Son voluntarios, algunos haciendo su servicio social, que deciden donar algunas semanas o meses de su vida para ampliar su experiencia profesional y de vida. Así recibimos en João Pessoa, en los últimos meses, dos estudiantes de la Universidad Iberoamericana de Puebla.
Uno de los proyectos desarrollados en los Laboratorios de Innovación llama-se ”Saberes y Sabores”. Se trata de un rescate de la culinaria típica local, que sobrevive solamente en la memoria emocional de las personas. Para cada plato seleccionado proponemos um nuevo modo de presentación en la mesa, valorando la producción artesanal.
Los elementos de la fauna, de la flora y del paisaje son la fuente de inspiración para los diseños. El resultado son nuevos productos adoptados por los restaurantes adherentes al proyecto creando una espiral virtuosa, haciendo una demanda permanente, constante y creciente de esa producción artesanal. Otra fuente de inspiración son los utensilios tradicionales utilizados en la preparación de los alimentos. Siempre buscando sorprender y encantar, haciendo de cada presentación un momento de celebración.
Para concluir me gustaría solamente de reforzar una vez más la importancia de la cultura para el diseño. Nuestro verdadero e inalienable patrimonio, que nos diferencia en un mundo cada vez más igual.
Cada país tiene su propia memoria gráfica, sus iconos que traducen su modo de ser y de vivir, sus gustos, leyendas, tradiciones. Ningún otro país tiene la visión mexicana de la muerte. La calavera en México no tiene la carga negativa común en otras culturas. Acá es una referencia a la efeméride de la existencia humana y la necesidad de vivir el presente.
Cuando viví en Puebla coleccione en mi casa esos elementos de la cultura material mexicana, principalmente los corazones de hoja lata, como para me recordar todos los días que los mejores proyectos nascen primero en el corazón.
Muchas gracias.
Slides disponibles en el link abajo:
https://isu.pub/OTUwNTA
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